La Dinastía de los Hohenstaufen gobernó Alemania / Germania durante casi siglo y medio. Sus emperadores más famosos fueron Federico Barbarroja y Federico II. El primero vivió toda su vida enfrentado a la familia rival de los güelfos, liderados por Enrique el León. Con él fueron cambiando las instituciones y la política del Sacro Imperio Romano Germánico, y en especial las del Reino de Italia. Su enfrentamiento con el papa Alejandro III y la Liga Lombarda no acabó con él, sino un río durante la 3ª Cruzada.
El Imperio Germánico durante la Dinastía Salia o de Franconia va a vivir tiempos convulsos especialmente durante el reinado de su rey Enrique IV, o Heimrich IV. Va a ser un enfrentamiento con el papa de Roma Gregorio VII llamado Querella de las Investiduras, donde ambos van a pelear por ver quién tenía más poder, en resumen.
[…] Muchas veces la religión (de cualquier signo) ha apostado por aniquilar el conocimiento. Por, voluntariamente, ponerle coto al progreso de la humanidad por miedo a perder poder de influencia. A veces, esta destrucción del saber ha podido provocarla sin querer, sin saber lo que estaba haciendo. Por un descuido. Esa es al menos la moraleja que sacamos al conocer lo que le ocurrió al Palimpsesto de Arquímedes. Este esencial documento único tenía entre sus páginas El método de los teoremas mecánicos de Arquímedes. […] [Artículo]
Enrique I el Pajarero fue elegido rey de Francia Oriental por los duques germanos, sin embargo, el cargo de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico no llegaría hasta que su hijo Otón I fuera coronado por el papa.
Otón I logró unificar toda Germania, imponiendo su autoridad sobre los duques electores, y además venció a las tribus de húngaros, o magiares, en la Batalla de Lechfeld del 955. Sus descendientes Otón II, Otón III y Enrique II el Santo continuarían con su política unitaria, pero no acabaría bien para ellos.
El intercambio de insultos y gestos con las manos y las maniobras de vuelo intimidatorias también eran muy frecuentes.
[…] Conforme pasaba el tiempo, pilotos y observadores comenzaron a llevar armas pequeñas durante los vuelos de observación, por si se encontraban al enemigo dedicado a la misma tarea. Y así fue como nacieron los primeros combates aéreos. En aquellos primeros meses de la guerra podían verse esporádicamente sobre los cielos de Europa aviones de observación disparándose unos a otros con pistolas y rifles o lanzándose cualquier otro objeto que tuvieran a mano -incluso cuerdas para que se enrollasen en la hélice enemiga-, como ocurrió en agosto de 1914, cuando el Teniente W.R. Read lanzaba una pistola descargada contra la hélice de su oponente, tal y como él mismo y su observador —Jackson— detallaron en su diario de vuelo. […]
[…] Los pilotos se las arreglaban como podían. Algunos lanzaban piedras, ladrillos e incluso granadas de mano cuando volaban sobre sus adversarios. Otros, como el ruso Alexander Kazakov, llegó a equipar su avión con un garfio con el que intentaba arponear a sus rivales. […]