Cuando asistí al parto de mi primogénito, ya había visto tantas cosas grotescas en Internet, que pude centrarme en lo importante: «madre mía cómo se dilata ese vagino, papu».
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Primero se casca un Cabrera con un vídeo del que mucha gente duda que sea auténtico, luego entra al trapo con el archienemigo del interné, y ahora recula y borra el canal justo antes de llegar al millón de suscriptores.
Con lo fácil que era demostrar que el vídeo era auténtico y callar bocas…